Las estrellas fugaces están solas.
Solo a veces se cruzan con miradas
en instantes de oscuras madrugadas
de confundir ortigas y amapolas.
Fugaces somos todos, como olas
que se van deshaciendo en sus zancadas,
como niebla de épocas doradas
que enmudece guitarras y bandolas.
Yunques, martillos, bisturís y azadas
para ganar la luz, las maravillas
de nuestras breves vidas entregadas.
En el abrazo de arpas o gramolas
bailemos pues! como hacen las polillas
que mueren cortejando a las farolas.