todavía viertes un hilo
con esmero.
Basta para mi sed y te bendigo,
fuente preciosa!
De ti han bebido
el padre de mi abuelo,
los pájaros, los sapos,
el tiempo, los poetas
que ante ti respiraban...
latía en tu sombra la carne de sus fuegos.
Te llevaré hasta el mar,
casi dormida,
envuelta entre los brazos de mi ofrenda invisible,
el callado homenaje
al amor sin nombre
que vive conmigo.
Despierta,
eso es el horizonte,
donde se acuesta el sol
y nacen los secretos.
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