PÓRTICO
Podría ser así,
se ve posible.
En la vida es difícil
que la mente dé tregua,
no dispare su ráfaga
eterna de sílabas,
párrafos y razón
que se adueña de todo el territorio
como a veces el fuego,
como el agua a veces.
No se oían palabras.
En el sueño
los hechos no obedecen
ni al agua ni al fuego,
no siguen estructuras
de cómo deberían ser las cosas.
El tiempo ha abdicado, no está,
nadie lo busca.
Su poder,
mayor aún que aquel de las palabras,
queda igualado al nuestro,
vuelto nada.
El nuestro,
siendo nada
se libera.
Puedes amar un rostro no nacido.
O verte, sin preámbulos,
enredado
en un trato carnal inconcebible,
y que todo suceda
sin que puedas lanzar un adjetivo,
sin que un pronombre, un símil o un adverbio
ayuden al control de la emergencia.
Si acaso algún concepto,
por ejemplo, de pronto,
inesperadamente,
así de sopetón, como un relámpago,
cambia la escena, la luz, el decorado.
La ley de la causa y el efecto
escapando entre burlas y revanchas
se enroca en algún zulo inescrutable.
Parece ya otro día, otra existencia,
aunque aún late
un rumor de inquietudes sin memoria.
El pecho sospecha.
Involuntariamente, aunque eficaz,
dirige la deriva de los pies
y el discurso,
que ha vuelto, irresistible,
a ocupar, cual imperio que se expande,
la consciencia.
ENTREMÉS
Procurando el silencio,
se esforzaba la mente
en su batalla.
¿Has visto la sal?
no la encuentro.
Ahí la tienes,
delante de tus ojos,
casi en tu mano.
LABERINTO
En alguna intención
breve, rotunda, evaporada,
un verbo en su casilla de salida
deriva por la ósmosis brillante
hacia las dunas.
Siempre lo supe,
y ahora no lo encuentro.
Pero renacen tercas, vuelan las ilusiones
amándome del laberinto al treinta.
Así es vivir, el agua entre los dedos,
los dedos entre arenas de otro día,
el día, desnortado de su fila.
Vuelve disimulando,
haciéndose el que no recuerda nada.
Pero hay pétalos
que huyen de entre las páginas
y vuelven al rumor de las acequias.
El verbo, en su casilla de la nada
se hace crisálida de algún color sin nombre.
Las palabras se están volviendo espuma,
y alguna idea muda
gira y gira,
reiterándose en los círculos del cráneo
hasta el sudor del alba
que inaugura
otra serie de pasos aturdidos.
NOTICIA
Todas las horas están mordidas,
ninguna contiene sesenta minutos.
Eso mismo le pasa a las semanas,
al dinero, a los romances, al olvido.
Nada existe completo,
y por brutos o ciegos o ambiciosos,
sufrimos y lloramos la carencia
de aquello que está vivo en nuestras manos.
Anhelamos esa fruta perfecta
que, con suerte,
será pronto excremento.
Y despreciamos demasiadas cosas.
URGENCIA FICTICIA
Debería... quizás,
aunque no me lo pueda permitir...
Sería útil, está justificado...
Lo deseo.
Es posible,
aunque en esta situación no me convenga,
que decida comprar -está en oferta-
un fustilizador.
Silencioso, ecológico,
ocupa poco espacio en el armario.
Podría resolverme algunas dilaciones,
mantenerme ocupado
cuando se abra alguna puerta del vacío.
Debería decidirlo antes del martes,
la oferta se termina,
si le suben el preció ya no valdrá la pena.
Lo compro! al fin y al cabo
vamos a morir todos.
Aunque... quien sabe?
cuando haya más oferta en el mercado
podrían mejorar las prestaciones.
Puedo esperar un poco,
puede que sea mejor, y si esta tarde
se abriera alguna puerta y me nombraran,
me mantendré ocupado
imaginando
cómo sería la vida sin comprarlo,
sin tenerlo nunca,
sin un fustilizador en el armario.
CALLADO ASEDIO
Callado asedio, herméticos motivos,
ráfaga ineludible de inquietudes
asomándote, dudes o no dudes,
al fondo de los sueños persuasivos.
Nacemos de la muerte ya cautivos,
y en vano es escondida por la mente.
Buscamos libertad contra corriente,
perdemos la consciencia de estar vivos.
Pocos son los que advierten, simplemente
viviendo en las más básicas virtudes,
que los logros no son definitivos,
que hay amores, mas siempre fugitivos,
que de las cunas a los ataúdes,
es siempre nueva el agua de la fuente.
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