Aunque el sufijo "ólogo" no adorna mi vitrina,
a veces pienso cosas que encuentro interesantes
y llego a conclusiones que me asombran
y me traen más preguntas tardías.
Hoy he pensado que el amor nunca muere,
nadie deja de amar, solo se extinguen
los motivos que unen, por un tiempo,
pedazos de las vidas de dos seres.
No muere, solo enferma o se adormece,
se ve obligado a vivir con medio cuerpo,
sin parte de sus órganos vitales,
desde las dentelladas del dolor
hasta el profundo sueño vegetal.
Los injertos de tramos de otras vidas,
pocas veces consiguen que germine
el amor seco y roído por el tiempo.
Pero si arraiga y alcanza otra existencia,
podría repetir su suerte y sus errores,
y acabar cercenado, mordiendo o vegetando,
como otro huésped, parásito del alma.
Y así hasta que la muerte nos repare,
si no nos toca la lotería cósmica
de encontrar el amor, si existiera.
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