Las conocí antes de hacerme la pregunta,
e, inevitablemente surgen estas otras:
¿Las conocí? ¿Ahora ya me conozco?
¿qué era lo que amé o creía que amaba?
En el ingenuo o cínico concurso de disfraces,
el deseo se lleva el primer premio,
cuanto más fuerte empuja,
más sublime el amor al que suplanta,
más cruel la frustración que nos invade
al perder la más preciosa posesión.
Borreguitos de euforia y de tristezas,
descamamos en versos la piel del sentimiento,
despegan los aviones sin nosotros,
llegamos tarde, faltamos a la vida.
Amar, poca gente lo sabe,
debe ser otra cosa.
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