Te estaba esperando.
No sé porque acudieron
caracoles ambiguos de la lujuria ausente,
y olvidé regresar.
No recuerdo tu nombre,
ya no te conozco en la lógica estridente
que comenzó a alejarse como onda expansiva,
cegando, enmudeciendo los recuerdos.
Preguntarás ¿entonces, a quien hablo?
Trama de cruces de tinta y celulosa,
el pan que aliño para saber mañana
que olvidé regresar y no sé a donde.
No cruzan ya luciérnagas mis párpados cerrados,
pero la selva espesa me lanza sus aromas,
imperiosa sugiere que llegue al mar siguiente,
sugerente me arroja a las arenas
del otro lado.
Ya tus flores son solo
brisa rancia del tiempo,
luz que estalló a millones de miles de momentos,
y su onda expansiva
se agota poco antes de alcanzar mi comarca,
donde tres mil
o muchos caracoles
danzan su amnésica lujuria.
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