Ven,
dame la poesía de un plato caliente,
tengo una melodía para ti.
Juntaré leña,
haré una lumbre y la contemplaremos,
te pediré refugio
en el silencio elocuente de tus ojos.
En mi tendrás tu casa.
Otro día
traeré un atardecer de mar cobrizo,
trae tu luego jazmines
fundidos en el aire salino de la noche.
Después caminaremos de la mano,
blandamente en lo oscuro,
y un golpe de luna repentino,
un fuego de cosquillas
blanco y mentolado
recorrerá tus huesos y los míos,
convertirá en escarcha los propósitos firmes,
y en miel cálida y alegre nuestra piel.
Si te quedas,
cultivaremos un huerto de caricias
de todas las especies que nos gusten.
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