Si hubiera terroristas con cerebro y decencia,
volarían primero las mentiras más grandes,
empezando por los dioses chantajistas,
su extorsión vana,
su silencio sospechoso.
Después a los condensadores de dinero
y las seniles y obesas tradiciones,
que santifican los abusos más viles.
Reducir toda esta civilización a historia,
sería el justo objetivo de su lucha.
Sin verter sangre, llegarían más lejos,
volar, sin nadie dentro, las sedes financieras,
los cuarteles sagrados, los tesoros oscuros
de tinta y celulosa,
inmóviles, creciendo para nada.
Serían como héroes de leyenda,
proscritos, venerados
en versos y canciones,
largometrajes, tebeos y novelas.
Cojonudo.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, soy bastante nuevo en esto de escribir palabras, me falta de todo menos las ganas...
ResponderEliminarAl menos compenso a quien gaste su tiempo en leerme, con música de buena calidad, ahí sí soy perro viejo!
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