sábado, 30 de agosto de 2014

DISTANCIA



Seis horas y un océano, 
y las mañanas en que casi no existes, 
prácticamente todas. 

Un mar grande y seis horas,
y tus tardes y noches en que viajo sin rumbo,
por lo oscuro del sueño. 

El océano entero y seis horas enormes, y los meses. 
Y labios tan borrosos como un árbol dormido, 
y ojos que no riman, 
y dedos sin memoria.

Agua y sal y la noche,
y millones de nubes
que lo secuestran todo,
y tantos calamares como gotas de ausencia 
pululando en la tinta de las horas ambiguas 
donde tú y yo en el fondo no existimos.

lunes, 18 de agosto de 2014

RECETAS PARA SEGUIR VIVIENDO



Para recomponer una sinceridad,
si es eso posible, 
hay que decirlo todo ahora.

Este hechizo no ofrece garantías.
Si se rompe un espejo, 
la palabra, una copa...

Si la sinceridad tiene una grieta, 
pierde peso, se anuncia,
ladra, se justifica...
es difícil pegarla,
convencerla, pintarla...

Es mejor una nueva.  



***



Para saber si es conveniente dinamitarlo todo
hay que tener en cuenta la distancia
a la que uno se encuentra de si mismo.

Si el tiempo no escatima el pago de su deuda,
las indemnizaciones en concepto de daños 
a la piel, al deseo, a la esperanza...
en moneda de amor a uno mismo,
a lo mágico y bello del mundo,
en sabia calma ante la estupidez, 
la mezquindad, el miedo y la mentira,
en elegancia ante cualquier infamia...
en lo que llaman en resumen experiencia,
no se hará necesaria 
tan drástica medida.

Puede bastar con la simple habilidad
de saber decir no tranquilamente, 
de elegir libremente los minutos, 
y a los lugares, pagarles con distancia.



***


Para salir de un laberinto se debe caminar 
en alguna dirección. 
No serviría de nada arrepentirse
y tampoco son útiles los juicios. 
En cuanto a si es mejor
permanecer despierto, 
es difícil saberlo,
los indicios a veces 
se ocultan en los sueños.

Puede que lo importante 
sea saber 
si fuera está la libertad,
si el laberinto nos tiene rodeados
o nosotros lo hicimos prisionero.



***


Para quemar un poema
hay que sangrar por los cinco sentidos
y vomitar por los tres corazones,
no es suficiente maldecir en la taberna,
frente al mar,
en la cama...

Para romperle los huesos a un poema,
reducirlo a ceniza, 
desarmarlo,
hay que meter en cal viva las entrañas,
ahogar en amnesia los rencores y abrazos,
defecar hasta el primer recuerdo. 

Para matar hasta el alma de un poema 
no basta con la muerte y el olvido, 
la desintegración de la galaxia, 
la abolición del Cosmos y del Tiempo.

Quizás lo único que destruya un poema
sea su descendencia despiadada,
la joven fiera que devora a sus padres 
y, por si acaso, 
también a sus crías.

TRABAJOS DE FELICIANO

TRABAJOS DE FELICIANO

Feliciano ha vuelto, ahora trabaja como acomodador.
El salón de los sueños reúne los deseos sin camino de gentes inconexas. Hay como una especie de ruleta en la que, a veces, los sueños de dos seres se ven y se saludan.
Feliciano Expósito no debe intimar con los clientes.
Hace calor, este sol!... y la tristeza es solo la cosquilla leve de una gota de sudor que rueda por la parte más baja de la espalda sin haberse anunciado, nada.
El tiempo, como siempre, se afana en confundir mentes y corazones, lo mejor es hacer como quien no lo ve. Feliciano ya casi aprendió a ignorarlo, a no dejarse intimidar por él.

 Distribuye al azar, sin criterio, los sueños que pacen libremente sin conciencia, para que no se agolpen en alguna esquina del salón. Su horario de trabajo no es fijo, sale para almorzar a cualquier hora. Es cuando se producen algunos altercados, nada serio, solo algún sueño tozudo que insiste demasiado en mantener el rumbo. Nada. Él regresa sin haberse dado cuenta.

 A veces, en su día libre, Feliciano no encuentra ocupación que lo reconforte, y se disfraza para poder entrar y fluir anónimamente por el salón, entre los otros sueños y así observar las diversas especies, los románticos, los surrealistas y descabellados, los primarios, los ridículos...
Él ya casi está dispuesto a arriesgar su empleo, entrar también en la ruleta, volver a exponerse a la vida común.

 Al despertar no sabe, no consigue distinguir si la luz brumosa y dorada, casi rojiza, es de crepúsculo o de aurora. No existen los relojes, pero siente que sus pies en pocos minutos van a conducirlo hasta su nuevo puesto.

Feliciano ha vuelto.
Ahora trabaja de barquero en las balsas que llevan heridas e ilusiones de orilla a orilla en el río de los versos no nacidos. Feliciano Expósito no debe conversar con el pasaje, y mucho menos hablar de su pasado.

jueves, 14 de agosto de 2014

SIEMPRE OTRA

La noche es siempre otra
Así no hay quien consiga sostenerla 
La esperanza es la misma más o menos
Siempre para mañana

Se están poniendo viejas las canciones 
Más lindas cada día las viejitas
Más dulces con sus grietas afinadas 
Más fieras de ternura despiadada 

En cada noche una canción es otra
La misma más ardiente o más cansada

Y esta noche que es otra 
Se empeña en ser la única de ahora
Y tanto empeño para no ser nada 

miércoles, 13 de agosto de 2014

NOCHE CLARA

Y la noche era bella
Pero decidió no ser más que una noche más 

Quiso que nada sucediera
Solo brillo de luna en el mar
Solo deseo de más noche y más luna

Solo un poco de ron y de tabaco
Solo un poco más de música sin nadie
De sueños solo sueños
Un poco de belleza vagabunda 


La noche mujer sola
Promesas de la nada
La noche provocando 
Al aire de la noche

La noche terminando 
Cuando le da la gana

martes, 12 de agosto de 2014

HUMO Y VIENTO

           


La certeza se pone
las máscaras del tiempo,  
de los camaleones, 
los colores sinceros.

Sus plumas son de escarcha,
sus alas, de cangrejo,
su mirada, de estatua
sus abrazos, de fuego.

Su horizonte es de muro,
sus promesas, del cielo,
su razón, de aguardiente,
su equilibrio, de huevo.

La certeza camina 
como el tronco de un cedro.
Bebe un vino agridulce
de arenas de desierto.

Es un niño borracho
haciendo de arquitecto
de nuestras decisiones, 
de nuestro desaliento
(de los camaleones, 
los colores eternos).

La certeza es de humo, 
el amor es de viento.