y las mañanas en que casi no existes,
prácticamente todas.
Un mar grande y seis horas,
y tus tardes y noches en que viajo sin rumbo,
por lo oscuro del sueño.
El océano entero y seis horas enormes, y los meses.
Y labios tan borrosos como un árbol dormido,
y ojos que no riman,
y dedos sin memoria.
Agua y sal y la noche,
y millones de nubes
que lo secuestran todo,
y tantos calamares como gotas de ausencia
pululando en la tinta de las horas ambiguas
donde tú y yo en el fondo no existimos.
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