martes, 14 de enero de 2020

ANDAR POR AHÍ





Con la fortaleza
de seguir simulando ser fuerte,
con la calma de llorar hacia dentro 
solo un poco, a veces,
distraídamente.

Con la decencia intacta,
con la juventud de desear 
la vida al menos otros treinta años, 
con la decisión firme de respirar y ver,
salgo de mi casa.

Sin reloj, sin paraguas, 
sin mapa de la tarde.
Sé que, por lo menos, 
me voy a encontrar la soledad 
que nadie, ni ella misma, 
disminuye o aumenta.

Sé que ya no hay esquinas ni portales 
que griten o murmuren cuando paso,
que sigue habiendo cosas 
que he mirado mil veces
y no he visto,
que quizá nos veamos 
por ahí,
esta tarde.

Ya se han redimido las mentiras,
los abismos, los besos, los finales. 
Ya casi no hace falta soñar
o lamentarse.


Es tiempo de andar.

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