no consume su grasa como el oso.
Será eficaz su abrazo, fulminante,
te secará la imagen de la vida
sin que apenas lo noten los espejos.
Míralo de repente, a los ojos, sereno,
que no avance callado como hiedra,
ya lo conoces, una, dos y tres,
vuestro escondite inglés del porvenir.
Vigila siempre, que no se amotine,
que no salte sobre la luz y el aire.
Va a estar siempre a dos pasos, por la espalda,
pero sabes guardar el jardín y la casa.
Los microbios mortíferos son pocos.
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