A veces uno mira
irremediablemente,
los ojos animales obedecen.
Así nace la luna,
majestad amarilla.
Así pasa el tirano balanceo
de un cuerpo esplendoroso
o la expresión fugaz e indescriptible
de un rostro que camina
por su existencia sola, divergente.
A veces uno ve
tras el manto de los párpados cerrados.
Los ojos animales suplantando a los dioses,
Los ojos animales suplantando a los dioses,
a la diosa del hambre
y a la de la ternura,
y a la de la ternura,
al dios de las preguntas
y a su diosa. Uno ve,
y solo en un destello
improbable, casi mágico, bendito,
mira y ve, y percibe de repente
que nada es solamente como luce,
que amar dura un segundo, aunque la estela
quede arraigada en los ojos minerales,
en los átomos,
condenados a ser sin un principio,
en los cien mil segundos del presente.
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