viernes, 17 de enero de 2020

SIN PRINCIPIO




A veces uno mira
irremediablemente, 
los ojos animales obedecen.

Así nace la luna,
majestad amarilla.
Así pasa el tirano balanceo
de un cuerpo esplendoroso
o la expresión fugaz e indescriptible 
de un rostro que camina 
por su existencia sola, divergente.

A veces uno ve
tras el manto de los párpados cerrados.
Los ojos animales suplantando a los dioses,
a la diosa del hambre 
a la de la ternura, 
al dios de las preguntas 
y a su diosa. Uno ve,
y solo en un destello 
improbable, casi mágico, bendito, 
mira y ve, y percibe de repente 
que nada es solamente como luce,
que amar dura un segundo, aunque la estela
quede arraigada en los ojos minerales,
en los átomos, 
condenados a ser sin un principio, 
en los cien mil segundos del presente.

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