viernes, 24 de enero de 2020

YO TE AMO




Mujer,
quiero mostrarte como naces
sin que el más leve indicio de sospecha
se pose en el campo visual de un minuto 
que te roza al pasar por el mismo camino.

Ese minuto y tu 
como planetas que son granos de arena 
en la tormenta,
como ahora y la tierna alegría
que emanó de un vaso de vino
bebido al final de mi infancia
con su minuto de microscopio eterno.

Hay un valle imponente
en la constelación de toda fiebre,
ya sabemos de muros invisibles,
intuimos atajos en el tiempo
como granos de polen en la calma

Quiero subir a un minuto 
de tu sueño más lúcido y absurdo,
y mostrarte que nacemos
en la sal gaseosa de un escombro de risa, 
en la saliva de un verso
que nos invade las córneas y la tráquea
como un liquen inmortal 
que se une a la piel y al esqueleto.

Así nacemos, encerrados en miles de cuerpos,
incontables laberintos de ternura
y tendones extenuados 
en la labor de abrazos y de huídas.

Marmita hirviente
el universo,
nosotros un caos retenido 
de trillones de células que saben lo que hacen,
nosotros arrastrados, 
volados, arrancados del presente
por un huracán fiero de segundos y meses,
nosotros naciendo en nuestras camas,
en los bares, en los supermercados,
naciendo todo el tiempo.

Te he esperado sin saber cómo existes,
cuando ni siquiera imaginaba
que nadie ha visto cómo nace un átomo
o la muerte del momento presente.

Ahora puedo amarte,
ya sé que surges en cualquier paraje
de la historia del mundo.

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