Tuve suerte, lo supe junto al mar,
aunque antes, tierra adentro
ya oí murmuraciones de acequias y alamedas.
Caminar por la arena facilita las cosas.
Los pasos urgentes, airados, se amortiguan.
Amaina pronto la ansiedad en los muslos,
se cansan, acomodan el paso, ya cooperan.
Una vez más, los pies lo solucionan todo.
En casa del cráneo, ya ves, te lo dije.
La del tórax estaba ya avisada,
la del vientre, negocia en la taberna
la rescision del trato.
Y de nuevo los pies se hacen cargo
de los siguientes trámites.
Ya mañana, las manos tomarán el relevo.
Les toca, como siempre, ocuparse del agua,
abrir o cerrar puertas,
quien sabe? suprimirlas,
que las fuentes y acequias solo hablen de sus cosas,
abolir las cortinas,
que corra libremente el horizonte,
que vengan las semanas,
estamos cada vez más preparados.
Frente a la mar se saben
mucho mejor las cosas.
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