Cuando murió
lloraba y sonreía.
Era yo
y éramos todos mis iguales.
Sabíamos de la magia de nuestras diferencias
sabíamos que fuimos bendecidos
sabíamos canciones
y luces tan diversas
como las lágrimas del mundo
las sonrisas del tiempo irrepetible
la energía de abrazos y de adioses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario