la unión exacta de pocas palabras,
el capricho de su orden,
preciso como un conjuro
que fundiría las rejas que aprisionan
a las larvas de seres anhelantes
que en secreto me habitan.
Pero al silencio lo asedian los temores,
las imágenes tercas como manchas de aceite,
la niebla que el olvido inventó para guardarnos
de morir ahogados en memoria.
Buscando la manera
de armar un artefacto de palabras,
las gafas mágicas
que desnudan el aire que separa
a quienes no sabemos abrazarnos
y dejar que el silencio abra el paso
a la corriente eléctrica.
Buscando transformar la madera en el árbol,
el charco en la lluvia,
el deseo en el amor sin brazos,
el vacío en el fuego,
la tristeza
en la obstinada compasión errante.
Vigilando de cerca
la sospecha
de que todo lo hacemos para ser.
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