La puerta que se cierra me abre el mundo.
La realidad desnuda me visita.
El año que termina ha sido extraño.
Avanzo entre los días sin camino.
Disuado a la nostalgia y la pereza,
aprovecho el insomnio y cedo al sueño,
los dias no me insultan ni me apremian,
dejo al presente estar como en su casa.
Sin ansiedad repongo la despensa
de víveres y enseres intangibles:
palabras, melodías y silencio.
Silencio que camina y se sorprende
al saberse inundado de presencia
o de recuerdos que ya no discuten.
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