martes, 31 de diciembre de 2019

NOCTARIO




Ya lo sabía anoche.
Me despiertan los clusters de grillos que me habitan.

Por culpa de Cortázar,
que le dio por quejarse - a esas horas -
de que no lo dejaban aburrirse,
le ocupaban el tiempo, y era su obligación
releerse diez discos 
y escuchar una buena botella...

Me dieron las tantas, por puro capricho,
por querer avanzar otro texto
tan opaco como innecesario.

También lo había previsto, el calendario
me obliga a transitar por este día
al que obligan a ser el treinta y uno
y el último de un año en plena fuga.

Mi plan es escapar de cena y campanadas,
abrazos y deseos reglamentarios,
pero antes tengo que comprar otra libreta. 
Este año los versos
vienen tarde y con prisa,
quieren nacer en dos mil diez y nueve,
a última hora, 
y solo quedan tres páginas vacías.

También he planeado, para el año que empuja,
usar de alguna forma el nombre que no usaba,
me llamo también Luis, y desde ahora
alzaré las orejas si lo escucho.

Estoy pensando
en intentar llorar - si no es muy caro -
volver a hacer deporte o ir al cine,
y si me sale novia,
decirle que también me llamo Luis.

                *%*%*%*%*%*%*%*

Ya noto el día trepando hacia mis hombros.
Esta maña de dormir a tropezones
enardece a los grillos de mi cráneo.
Yo, para apaciguarlos
me hago el sordo, el ocupado.

Diez minutos y saltaré hacia el día,
hoy toca agasajarlo,
es un martes distinguido, no un cualquiera. 
Veré que puedo hacer, no es bonito esconderse.

Debo también honrar al diecinueve,
aprovechar sus sobras,
y para que ninguna se indigeste
subiré una montaña que conocí hace poco.

Después beberé vino de la cosecha nueva,
en reconciliación con el futuro.

(continuará, normalmente a deshoras, este noctario)

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