ya por la tarde.
Otra vez piensas
o sientes que todos los minutos
acaban por llegar y ya se han ido,
que delante y detrás
sopla el vacío.
Ya no recuerdas
la niebla inesperada que, de un tajo,
derogaba la luz y los sonidos,
página a página,
deseo a deseo, mes a mes,
lágrima a lágrima,
de la crónica feliz e irresponsable
de tu vida lejana.
Ya todo rueda
pendiente abajo.
Ahora observas
la desintegración de todo lo que pasa.
Todo lo que desfila por tu mente
rebota en los peñascos, se deshace,
estalla en cien mil gotas de memoria...
Y el viento del vacío forma nubes
que cubren de una niebla inmasticable
los minutos que parecían sagrados.
Ya casi ves,
lo ves venir, es cierto
que todos los finales son principios,
que se acerca el comienzo de los días
a los que ya no estarás invitado.
Serás huésped de un viento sin morada,
nube que se deshace,
nada...
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