un sabor de balanza volcada,
un pozo seco, un viento
de palabras.
Me queda la certeza de la duda,
la contabilidad de la esperanza,
y la ternura
guardada en un trastero de otra casa.
Me olvidé la maleta de caricias y besos,
y en la mudanza,
he perdido la llave del sueño,
una caja de ideas y otra de venganzas.
De ti me queda
una ilusión sin norte ni guarida,
un vértigo liviano de la nada,
de ti, presunta amiga,
lo que queda, se apaga.
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