Flecha helada,
adormece las alas y los ojos
hacia otro bucle de sueño sin palabras.
Otra vez tan lejos,
a dos pasos del día que nace sin memoria.
Solo un pozo de amnesia
con olor y reflejos de flores ofrecidas.
No aprendí a abrazar sin respirar ausencia.
Las mañanas me esperan en silencio,
como si no me conocieran,
como si nunca me hubieran conocido.
Abro los ojos y ya estoy rodeado,
dulce calma helada,
flecha circular
en sentido contrario a los relojes muertos,
pensamiento sin letras, sin rumbo ni voz,
ácida espera helada.
Amainan los anhelos,
y las prioridades se acomodan
olvidando su tensa jerarquía.
Longeva ausencia helada, nube piadosa,
adormece las alas del instinto,
y los ojos olvidan el aroma y la forma
de unos senos que nunca amanecieron.
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