martes, 14 de enero de 2020

POR MI NO HAY PROBLEMA





Ya casi no hace falta soñar o lamentarse,
la vela sigue ardiendo independientemente.

Los ríos descienden
con agua o con espera 
de matorrales secos.

Ya saben las aceras, los semáforos,
sonreír aunque no pase nadie.
También saben
reprimir sus ladridos
y aullar, algo más tarde, en el silencio
de las enloquecidas multitudes.

Ya casi vivimos lentamente,
saboreando el postre de las horas,
y sabemos
de la escasa importancia de las taquicardias
y de la utilidad de cada insomnio.

Estamos progresando, no hay que preguntarse
cómo el viento aprendió a explorar orificios,
nosotros ya sabemos caminar de perfil,
sabemos no pedil helado flito,
guardar las apariencias en un saco.

Soñar,
no es que haga daño,
podemos lamentarnos organizadamente,
por rigurosos turnos,
solo por tratar temas más allá del deporte
y de la ética cosmética en la envidia.

Si apareciera un sueño
no hay que ser descortés, que tome asiento,
y si lo necesita, puede pasar al baño.

Ya los moluscos hacen sus tareas,
pronto comprenderemos otras cosas.
Ya aprende el aire a estar y desnudarse.

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